
Quizás te sorprenda este artículo después de las vacaciones, pero para muchos cuidadores/as, esta es una época del año especialmente agotadora. Nada que ver con la idílica idea de descansar bajo una palmera en una playa de arenas blancas.
Pienso especialmente en las familias que conozco: madres y padres de niños/as, jóvenes y adultos con discapacidad que en verano se quedan sin los apoyos con los que cuentan habitualmente: centros y servicios que las atienden durante el día, cuidadores en el domicilio, incluso su red habitual de apoyo…
Así, pasan a ocuparse de sus hijos con discapacidad las 24 horas de los 7 días de la semana, y eso puede ser difícil, muy difícil sobretodo si no hay ningún momento para descansar y cargar pilas.
Entonces aparece el estrés (o el síndrome del cuidador quemado), generando un estado de agotamiento físico, emocional y mental que es importante reconocer para poder aliviar y recuperar el equilibrio después de una época tan intensa de atención.
Te doy algunas pistas para que reconozcas si sufres estrés y naturalmente, te ocupes de ti mismo/a dándote un descanso:
- Estás agotada/o y tienes dificultades para dormir: puede pasar tanto que sientas que necesitas dormir a todas horas y que no puedes dormir cuando te vas a la cama a pesar del cansancio.
- Estás más ansioso/a que habitualmente: desde pensamientos recurrentes que no puedes controlar hasta ataques de pánico. También se puede manifestar a través de síntomas físicos como opresión en el pecho, molestias en el estómago o respiración alterada.
- No te puedes concentrar: eres incapaz de mantener tu atención mucho rato en lo que estás haciendo, a la vez que cometes más errores de lo que es habitual.
- Sientes que te hundes: sea lo que sea que te esté arrastrando: tu vida, tu situación, tu pareja, tu trabajo…la sensación es que todo te pesa demasiado y no puedes manejarlo (pero si piensas que lo que sientes es más intenso que simplemente sentirse triste o irritable o apático quizás tengas una depresión y necesitas ayuda).
- “Saltas” fácilmente cuando alguien te dice o hace algo, te sientes especialmente irritable o incómodo/a cuando estás con otras personas (tu pareja, familia, amigos…).
- Te enfermas con facilidad. Este es un síntoma claro de que tu salud está pagando el precio de tu estrés.
- Sientes que vas a cámara lenta. Ya no te sirve tomar cafés, no encuentras la manera de recuperar tu energía perdida.
- Te sientes desconectado/a del resto del mundo: parece que nada te importa demasiado: ni las personas que te rodean ni lo que ocurre a tu alrededor. Simplemente, no te interesa.
Si has leído hasta aquí este artículo, probablemente sea porque te preocupa de alguna manera este aspecto, así que te propongo dos cosas:
Puedes MEDIR hasta que punto estás estresado/a utilizando estas escalas que puedes descargar: la Escala de sobrecarga del cuidador de Zarit y el Indice de Robinson de sobrecarga del cuidador (yo las tomé prestadas de la Fundación Caser).
Si efectivamente, estas estresado/a te invito a que REALMENTE tomes medidas para recuperar tu equilibrio: PARA, DESCANSA y CUÍDATE TU.
Probablemente te cueste hacerlo por ti, pero piensa en las personas que te rodean, especialmente en tu hijo/a con discapacidad ¿qué calidad de atención le estás ofreciendo ahora que tu no estás bien? ¿no sería mejor que cuides de ti ahora para cuidarle mejor?
Si vives cerca de Barcelona, te recomiendo este CURSO PARA GESTIONAR EL ESTRÉS especialmente diseñado para personas como tu: madres y padres con hijos con discapacidad que se encuentran con dificultades para manejar el estrés. Empezamos en octubre.
Y naturalmente, puedes contar conmigo para lo que necesites, podemos hablar cuando quieras, solo tienes que contactar conmigo y te ayudo.
Un saludo, CUÍDATE