Hacer de madre o de padre de un hijo con discapacidad no es fácil.
Tenemos las mismas necesidades y responsabilidades de cualquier madre o padre, pero a estas se añaden algunas que son propias y que multiplican nuestra labor:
- Nos quedamos sin referentes para educar a nuestros hijos: no podemos llamar a nuestra madre o a nuestra hermana, ni a una amiga cuando no sabemos qué hacer…ellas no tienen la experiencia de educar a un hijo con discapacidad.
- Son los profesionales (especialistas) los que nos guían, en los que tenemos que confiar, pero no siempre se coordinan ni ven a nuestro hijo de manera global, así que nos convertimos en expertos de nuestros hijos, somos los que mejor les conocemos (los únicos que estamos con ellos las 24 horas de los 7 días de la semana).
- A pesar de que nuestro hijo tenga un diagnóstico, no es fácil comprender lo que significa ni hasta dónde va a llegar, así que nos manejamos en una incertidumbre permanente.
- Tampoco es fácil ver claramente hasta donde llega la limitación y dónde está la capacidad y esto, es clave para educar. Por este motivo puede parecer que a veces les sobreprotegemos, aunque lo hagamos sin intención. Probablemente, con un poco de guía podríamos hacerlo mejor.
- No hay tanto donde escoger, los recursos son limitados y buena parte del tiempo la tenemos que pasar buscando información o peleando con alguien para conseguir la mínima ayuda. No siempre es posible encontrar lo que nuestros hijos necesitan.
- A pesar de trabajar muy duro para que nuestros hijos/as puedan ser tan autónomos como sea posible, probablemente vamos a tener que ejercer de madres y de padres por mucho tiempo.
- En realidad, la mayoría de centros y servicios que atienden a personas con discapacidad se centran en ellos, es difícil encontrar apoyos para las familias cuando los necesitamos.

Por estos motivos es necesario que las familias con hijos son discapacidad contemos con apoyos reales y efectivos desde el primer momento y a lo largo de nuestro ciclo vital. Para poder afrontar todos los retos que aparezcan
Dime, ¿te suena alguna de estas situaciones?
- No puedes dejar de pensar en el futuro: ¿qué pasará?¿hasta donde llegará?¿como será? Y esto te genera mucha angustia y tristeza. No puedes ser optimista por más que te lo propongas.
- Ya no puedes más, es demasiado: médicos, terapias, los otros niños, la casa, el trabajo…no tienes energía ni sabes de donde sacarla.
- Piensas que haces de todo menos de madre/padre: eres enfermera, taxista, terapeuta, logopeda…quizás ha llegado el momento de cambiar esto.
- Todo tu tiempo y atención la dedicas a los otros: tus hijos, tu pareja, tu familia, tu trabajo…y te has dado cuenta de que casi no te reconoces, no eres la de antes.
- Te sientes solo/a. Piensas que nadie puede comprender como te sientes: ni tu pareja, ni tu familia, ni tus amigos…qué sabrán ellos.
- Tenéis dificultades como pareja, no sentís que sois un equipo o no sois capaces de llegar a un acuerdo acerca de lo que queréis como padres.
- Estás preocupada por tus otros hijos. Te preguntas si ¿estarás haciendo bien con ellos, si se resentirán de alguna manera por no poder dedicarles tanto tiempo.
- Si a pesar del tiempo que ha pasado, no encuentras la manera de seguir viviendo después de la pérdida de tu hijo/a.
Adaptarse a las circunstancias puede resultar muy difícil en algunos momentos, pero no es imposible. Todas las personas poseemos la capacidad de hacerlo, la clave es nuestra actitud. Y a veces, puede resultar más sencillo contar con el apoyo de alguien que te ayude en el proceso.

Estos son mis Principios
- Ante todo, las familias tenemos que sentirnos capaces de educar a nuestros hijos/as, aunque tengan necesidades especiales y a pesar del cansancio.
- Recordar que la madre o el padre perfecto no existen, vamos a cometer errores en el camino y no pasa nada.
- Creer que, a pesar de las dificultades, es posible "normalizar" nuestra dinámica familiar y nuestras vidas. Seguir avanzando como cualquier familia. Simplemente, se trata de organizarnos de nuevo de manera realista.
- Entender que el niño/a con discapacidad no es el único que tiene necesidades, también las tienen mamá, papá, los hermanos/as…no puede convertirse en el centro de la familia.
- Somos expertos en nuestros hijos y por ello podemos colaborar con los profesionales desde una posición de igualdad, formando parte de un mismo equipo. De esta manera, vamos a obtener resultados excelentes.
- Como padres somos insustituibles. Por el camino vamos a encontrar diferentes profesionales, terapias y ayudas que nos podrán ayudar (a nosotros y a nuestros hijos), pero nadie podrá ejercer el papel principal que tenemos en la vida de nuestro hijo/a: amarle más que a nadie en el mundo.
- Una familia es un sistema vivo que crece, evoluciona…con el tiempo van a aparecer nuevos retos y necesidades, pero eso es lo normal y la mayoría de familias se adaptan a ello.
Afrontar el diagnóstico de la discapacidad de tu hijo/a es un proceso que afecta a diferentes ámbitos de tu vida. Descubre cómo avanzar en este camino con.

Qué dicen las personas y familias a las que he acompañado
Nos hemos visto en 5 sesiones, y ha sido suficiente para que yo realmente pudiera ver las cosas desde otro punto de vista, entender mejor a mi hija (adolescente) y ser un poco más amable conmigo misma. Ahora me siento capaz de funcionar de otra manera en casa, con más calma y más seguridad, pero también en otros entornos.
SILVIA P. Madre de Laura
Estábamos agotados por todo el esfuerzo físico que supone atender a nuestro hijo con lesión cerebral y también algo desesperados, porque no veíamos el fin. Àngels nos ayudó a re-organizarnos, a darnos cuenta que era necesario bajar un poco la velocidad y a tener en cuenta también nuestras necesidades como padres.
PILAR Y RAMON. Padres de Martí
Después de pasar por algunos psicólogos, por primera vez no me sentí juzgada. Eso es lo que más destacaría de Àngels. En ningún momento me dijo si lo estaba haciendo bien o mal, me sentí realmente escuchada y creo que eso es lo que me ayudó a tomar las riendas de mi vida otra vez.
MARINA. Madre de Joan
Estábamos preocupados por Guillem, nuestro hijo sin discapacidad. Desde que empezó en el instituto notamos un cambio en él: no traía amigos a casa ni permitía que lo recogiéramos a la salida de clase. Pensamos que quizás estaba empezando a rechazar a su hermana con discapacidad. Pero con unas sesiones con Àngels nos dimos cuenta de que simplemente, empezaba una nueva etapa en su vida y lo más importante, cómo le podíamos ayudar sin invadirle. Ahora tenemos más pistas y nos sentimos más seguros
LLUIS I MONTSE. Padres de Guillem i Roser
Desde que nació nuestro hijo, nuestra relación de pareja se fue distanciando, no nos quedaba tiempo para nada, tampoco para compartir nuestro dolor. La sensación de soledad fué aumentando y no encontrábamos la manera de arreglarlo. Con Àngels pudimos hablar de cómo nos sentíamos, escucharnos y sobretodo, saber lo que cada uno necesita. Se creó un espacio de confianza para encontrarnos de nuevo y seguir caminando juntos. Estamos muy agradecidos.
ARTUR I DOLORS. Padres de Alba
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