Si tienes hijos, familia, trabajo…probablemente estés tan ocupado/a que ya se te olvidó cuidar de ti misma/o. El foco de tu atención son los demás, las personas a las que amas: tus hijos, tus padres, tu pareja, tus amigos…y por encima de todo, tu hijo con discapacidad.
Lo cierto es que esta mentalidad de “cuidar de los demás” está tan arraigada, que cuando propongo a las madres y padres con hijos con discapacidad que es muy importante que también se cuiden a ellos mismos. Les resulta muy difícil. Sobretodo porque no hay tiempo, o mejor dicho…no queda tiempo.
Pero es de vital importancia! Si tu no estás bien ¿quién se ocupará de tu hijo?
No, no se trata de que tus necesidades estén por encima de los demás, sino de ponerlas al mismo nivel y eso, no es egoísmo. Incluso podría ser un acto de amor: podemos cuidarnos para dar lo mejor de nosotros y estar en las mejores condiciones para atender a las personas que nos necesitan (con energía, vitalidad, alegría y atención). ¿No suena mejor así?
Porque si solo cuidamos de los demás corremos el peligro de caer en un cansancio profundo (estrés) y sobretodo de desconectarnos de nuestras propias necesidades y deseos. Si no escuchamos las señales que nos manda nuestro cuerpo: migrañas, dolores de espalda, tristeza…corremos el peligro de “rompernos” con algo mucho más grave de lo que nos costará mucho más recuperarnos.
Criar y educar a un hijo con discapacidad es una carrera de fondo, tiene un largo recorrido y es necesario dosificar nuestra energía. Así que aprender a cuidar de nosotros ahora debería ser una prioridad.
Cuidarse no significa dejarlo todo por un tiempo e irse a descansar a un Balneario (aunque es una muy buena opción si tienes la oportunidad de hacerlo), para cuidarte basta con que no te olvides de ti, que te mantengas conectada/o y que introduzcas algunos hábitos y rutinas. En definitiva, que dediques algo de tiempo a alguien muy importante en tu vida: Tu misma/o.
Te dejo algunas ideas que te pueden ser útiles para empezar (también puedes descargar la Guía 10 hábitos para convivir con la discapacidad donde encontrarás más ideas)
Párate. Deja de correr de un lado para otro resolviendo todos los asuntos que tienes entre manos, planificando, organizando…simplemente siéntate unos minutos y conéctate: cierra los ojos y respira de manera consciente. Incluso puedes hacer tres respiraciones profundas (eso basta para bajar el ritmo). Verás como luego puedes retomar tu vida con un poco más de calma. Puedes incorporar este hábito haciendo este sencillo ejercicio antes de empezar con una nueva tarea (salir de casa, ir a buscar a los niños, incluso mientras esperas en la consulta del médico).
- Sé amable contigo misma/o: no te exijas tanto y trátate con un poco más de cariño. Perdónate si no llegas a todo lo que te gustaría hacer porque no tienes fuerzas. Reconoce que también cometes errores de vez en cuando (como todas las personas) y que no eres perfecta/o (también como todas las personas). Cuando te hables a ti misma/o, hazlo con respeto, amabilidad y cariño (no te machaques ni te grites). Felicítate por tus cualidades y reconoce todo lo que has conseguido.
- Encuentra tiempo en tu agenda para hacer algo que te guste a ti. Sin importarte qué pensarán los demás. Tiene que ser algo que te relaje, que sientas que renueva tu energía y te pone de buen humor (leer, bailar, hacer deporte, un buen baño caliente, quedar con amigas/os…) y una vez tengas claro lo que es, marca en tu agenda en qué momentos de la semana te vas a dedicar a eso (mínimo deberías bloquear 3 días por semana).
- Pide ayuda si la necesitas. No esperes que los demás te lean el pensamiento y cuéntales que quizás no puedes con todo. Acepta la ayuda que te ofrecen de corazón, no es necesario que lo hagas todo tú. Quizás con solo un poco de ayuda puedas ir más relajada. Y delega sin esperar que los otros hagan las cosas como tú las haces, con que las hagan debería bastar.
- Rodéate de gente que te comprenda y te apoye. Que pueda entender como te sientes en los días buenos y en los malos. Personas dispuestas a echarte una mano si es necesario pero también a divertirse contigo. Que se interesen por ti y te quieran de corazón. Y cuida de ellos también, dedícales tiempo y no pierdas el contacto.
- Agradece lo que tienes. Abre los ojos y mira a tu alrededor, seguro que ahora mismo te sientes agradecida/o por algo. Es muy importante que reconozcas qué es y des las gracias por ello. Agradecer es un gran antídoto contra la tristeza o la sensación que la vida es muy dura. Es una manera de equilibrar.
- Aprovecha los servicios de respiro. A veces es necesario tomarse un tiempo para “salir” de la situación si esta nos agota. Tomarse una horas para descansar y ocuparse de otras cosas o de uno mismo/a está bien y es necesario. Si no tienes una persona que te ayude (tipo canguro), puedes utilizar los servicios de respiro que tengas cerca, están pensados para eso y se pueden ocupar de tu hijo/a durante horas o un fin de semana.
- Si lo necesitas, busca ayuda profesional. No siempre podemos con todo, nos sentimos exhaustos, desbordados por la situación, sin ánimo ni energía para continuar. A veces, necesitamos la ayuda y orientación de alguien para recuperarnos.
- Cuida de tu cuerpo. Ya sabes, cuida de tu alimentación y sobretodo, haz ejercicio. Un paseo por la naturaleza de 30 minutos es una opción estupenda para conectar con tus sentidos: la vista, el oído, el tacto…además de mantener sano tu corazón.
- Descansa. Debes de ser consciente que cuidar de otras personas es una tarea muy dura (aunque la hagas con todo tu amor) y en tu caso, de larga duración. Por ello, deberías priorizar también tu descanso, porque es solo descansando que vas a poder recuperar fuerzas para continuar.
Si quieres profundizar más en aprender a cuidar de ti y obtener resultados, te animo a que entres en este curso online que he preparado para ti: CUIDATE PARA CUIDAR